Stories—Ghost

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Capitulo 1

“Tírale un palo a esa cosa gorda y fea, Helena.”

“Mira la pobre cosa tonta no sabe qué hacer. Le tiraré una piedra. Se mueve tan rápido como una tortuga.”

“Hey, niños paren ese tiradero y esa llamadera de nombres ahorita,” gritó la abuelita Anna. “Vergüenza les debería dar tratar a un animal de esa manera. No les está haciendo nada malo.”

La abuela Anna Hutyra nos visita cada verano desde la Republica de Eslovaquia. Ella vive en el pueblito de Lucka cerca del castillo del ojo del dragón de Spissky hrad. Hasta la abuela sabe que en la escalofriante noche de brujas los vampiros hambrientos asustan a sus víctimas en el misterioso castillo de piedra con el traqueteo de sus cadenas manchadas con sangre del calabozo. Las brujas sobre escobas humeantes vuelan arriba de las escaleras entrelazadas de la torre molestando a los murciélagos, gatos y a los búhos de cuernos grandes. El viento galopante gruñe y gime por medio de las torres frías como un tren en una noche de invierno tormentosa haciendo carreras con los fantasmas. Las noches de brujas en el castillo son terriblemente horribles. Los niños que duermen cerca de allí, jalan las cobijas gruesas sobre sus orejas temblorosas y prometen ser buenos si tan sólo pueden vivir para ver la luz del sol del día siguiente.

La República de Eslovaquia tiene cientos de millas de bosques de color verde oscuro con lagos espléndidos. Tiene muchas clases de árboles, arbustos de baya, y de flores silvestres. Los amistosos guardabosques viven en Bijacovce. Tiene salones de clase, cuartos para los huéspedes y un salón de baile oficial para las cenas y los bailes de la comunidad. Bijacovce es un lugar amistoso y encantador para visitar. La regla es que los visitantes no deben de ser tratados como extraños porque la tradición es de dispararles a los extraños.

Los bosques con colinas no tienen cercas. Los caballos y las motos para la nieve pueden montarse para siempre. Los cerdos salvajes, los lobos, osos, zorros, puercoespines, coyotes, tejones, alces, venados, gansos, guajolotes, cisnes, águilas, y búhos, viven en el denso bosque. Se encuentran al otro lado del lago alimentado por la primavera y a una milla arriba de la torcida senda de tierra de la casa de la abuela Hutyra. La abuela conoce las historias de niños,de animales, de guerras, de castillos, y hasta de caballeros y doncellas.

***

Qué es esa cosa? preguntó Elena “Esa cosa, ¿qué es?” tragó Elena.

“Un puercoespín. Se sube a los árboles de pinos y se alimente de la corteza tierna de ellos. Puede mover su cola y meter sus púas afiladas a cualquier animal que trata de herirlo. Nunca le tiren piedras a ningún animal asustado. Sólo la gente cruel se comporta así. ¿Son ustedes crueles?

“No, no abuela Hutyra,” tartamudeó Roberto. Robert, sabía que cuando la abuela estaba enojada, tenía la energía suficiente para pintar la casa en un día. Había aprendido que si la voz de la abuela sonaba como piedras cayendo a un techo de metal, darle a ella el suficiente espacio.

“No abuela Anna, no somos crueles,” protestó la pequeña Helena. Se acordó del día de ayer de cómo la abuela rápidamente había tomado la escoba y había corrido a un perro vagabundo del jardín de flores. Helena puso sus manos en sus bolsillos y actuó como que si era un gatito perdido.

Esperando cambiar su estado de enojo, Roberto susurró “¿para qué sirve un puercoespín, abuela?” Si ella empezaba a explicar acerca del animal, entonces se calmaría. El problema serio de la abuela cuando se enojaba era que se empezaba a recordar las otras cosas que Robert había hecho. Apenas había sido la semana pasada que mientras él pintaba la casa del perro, también pintó la cara graciosa de un mono café en la pared blanca del garage. Quizá estaba pensando en eso ahorita.

La abuela puso sus manos en su cadera, rápidamente frunció la frente y cuidadosamente miró a los niños; luego, les señaló que la siguieran de regreso a la casa. Cuando llegaron al jardín acogedor, señaló hacia la banca para que se sentaran. Caminó hacia la casa y regresó con una bandeja de galletas, con vasos y con una jarra de leche que cuidadosamente puso sobre la vieja mesa de tablón. Dejó sus manos arrugadas en la bandeja como un juez estricto sujetándose al escritorio mirando sobre la silenciosa sala de justicia antes de hacer la sentencia sobre cada uno de los convictos culpables.

“Roberto y Helena, nunca se les olvide que cada uno de nosotros podemos ayudar a nuestra manera si tenemos la oportunidad. Deben de tener paciencia. Algunas flores florecen en la primavera, y otras flores florecen en el verano.”

“¿Para qué sirve un puercoespín preguntas tu? Esa es una buena pregunta en que pensar. Si quieres saber qué es algo ó qué hace – entonces podrás determinar cuánto valor tiene. Pero piensa ¿para qué sirven las mariposas? Si no puedes determinar qué valor tiene algo hoy día, entonces ¿significará eso que no servirá en algo para el mañana?”

“¿Qué tal si pensamos que algo es bueno por la razón equivocada? Por ejemplo, el único propósito de los soldados debería ser deslumbrar nuestros ojos en los desfiles con movimientos de colores , y no para proteger a nuestro país. Los batallones de soldados con sus uniformes espectaculares debería recordarnos que somos demasiado primitivos para resolver nuestros problema de una manera civilizada. Si ese fuera el unico propósito de ser soldado, entonces alli la pregunta ¿para que sirven? Sería maravilloso tener soldados y no necesitarlos! Todos seríamos felices. ¿El no saber lo que alguien tiene que ofrecer nos dá derecho de ponerles sobre-nombres y tirarles piedras?”

La abuela Anna tuvo amigos y familiares que murieron en la guerra. Había visto las casas y las fabricas destruidas por las bombas. Era difícil entender lo que quería decir a veces especialmente divagaba como una vaca en el campo. Hacía preguntas a lo loco. Después cuando trataba de explicar algunas cosas, lloraba dolorosamente y se le llenaban sus mejías arrugadas por el sol con lagrimas de enojo.

Sus palabras fueron mejor de lo que Roberto había esperado; tal vez iba a contar una historia. La manera en que en hacer cosas pequeñas como: llenando el vaso cuidadosamente con la leche fresca, dándole cariñosamente un pedazo de galleta al perrito que mendingaba y quitando delicadamente a las hormigas de la mesa. Todo eso significaba que se estaba organizando mentalmente.

En el plato astillado, habían siete gordas y abultadas galletas de pasas. La abuela tal vez se coma una, 3 para cada uno, que rico. Helena pidió permiso para agarrar una. Ahora, la abuela había puesto las galletas en el plato para comer, pero Helena no agarró ni una sin permiso. Después de preguntar, sólo se esperó por un ratito y tomó una porque la abuela no se molestaría en responderle. Solamente nos estaba entrenando para ser educados. No quería que la avergonzáramos con nuestro mal comportamiento cuando visitáramos a los amigos ó familiares. También estaba viendo a la imagen grande, tratando de hacer su parte para reducir el crimen y la violencia del futuro.

Roberto quería saltar y gritar, “vamos todos, la abuela Hutyra esta mesclando un montón de palabras. Tiene una receta de listón azul para una historia maravillosa.” Solamente tenía su mirada en blanco mirando a la mesa y le quitó un pedacito a una galleta. No sería sabio decirle a la abuela Anna que sus galletas eran mejor que el olor de las flores de primavera. No se le habían olvidado aún las piedras ni los sobre-nombres. Sería más fácil hacer que una piedra flotará, que llenar a la abuela de halagos. Helena ya conocía las señales de la la abuela sobre las señales. Se quedó agachada esperando, como un gato entrenado, con sus ojos puestos fijamente en el hoyo del ratón, y moviendo los pelitos de la nariz.

Roberto pensó, “¡PERFECTO, la abuela encendió el motor, apretó el cambio de las velocidades y quemó las llantas! ¿Cuándo empezará la historia? ¿Cuándo le dará a nuestras mentes las alas para volar sobre los cañones de la sabiduría? ¿Qué tesoros misteriosos escondidos en las sombras de pensamientos podremos capturar?


Capitluo 2

Caminó media dormida hacia el tronco hueco. Los sonidos de la toz y el sorberse los mocos la congelaban.

“Coneja de las orejas caídas, ¿por qué estós en mi casa con esa gran canasta?”

“Mis orejas están caídas porque estoy débil y enferma. Estaba mojada hasta gotear y congelada del frio hasta los huesos en la miserable lluvia helada de ayer. Salté aquí temprano en la mañana buscando un lugar seco y calientito para esconderme del coyote porque estoy muy enferma para correr rápido. ¿Puedo descansar aquí por un rato?”

“Puedes estar cómoda aquí mientras yo tomo una siesta. Después cuando despierte, puedes explicarme sobre esta hermosa canasta con el elegante listón morado.”

“Gracias, pero no tengo mucho tiempo para descansar. Jovencita por favor dime ¿quién eres?”

“Me llamo Ghost. Mi madre me llamo así porque soy un puercoespín albino. ¿Quién eres tú?

“Yo soy una de las conejas voluntarias para el día de la pascua. Esta canasta se encuentra llena de huevos decorados para los animalitos del bosque y para los pájaros, pero estoy tan enferma que no puedo repartirlos esta mañana. Cada año el coyote me persigue pero no es lo suficientemente rápido. Pero este año el me puede atrapar por que estoy tan devil que no puedo correr como antes. No hay nadie en quien pueda confiar para que reparta los huevos. Como estoy los otros animales me comerían a mi, a los huevos o a los dos. Algunos animales, como las ardillass, no son lo suficientemente fuertes para levantar la canasta.”

“Sra. Coneja de la Pascua, yo tengo las fuerzas para cargar esa hermosa canasta, y estaría orgullosa de hacerlo. No me comeré los huevos que son para los pequeños amiguitos del bosque.”

“Gracias por ofrecer tu ayuda, pero los niños necesitan estos huevos frescos esta mañana. Tú caminas muy despacio. Te tomaría muchos días en repartir todos estos huevos; se podrirían.”

“El coyote y el cuervo te hallarían cargando la canasta de la Pascua. Ellos son bien listos, y te robarían los huevos con un truco cruel. El puma y el oso cazan en este bosque. Ellos son bruscos y fuertes; sus grandes patas tienen grandes perversas garras encorvadas que te arrebatarían la canasta. En este bosque salvaje tú y esa canasta serían tan frágiles como un globo atado a una aguja puntiaguda.”

“No tengo miedo al puma, al oso, o al coyote; mis púas afiladas los puyarán si me tocan. Aun cuando ando de prisa no es suficiente. ¡Puf! Siempre hay una razón por la que nunca puedo ayudar a alguien.”

“Son muy inteligentes para que te toquen. Tu valentía es una inspiración para todos. Gracias por ofrecer tu ayuda. Ah, vamos a pensar, quizá, quizá, mmmm. Tu valentía hará que mis enemigos se preparen. El duro sol del día estará encima nuestro muy pronto. Debemos apurarnos y hacer un plan de prueba. Si cometemos un error, coyote tendrá los huevos; y la Pascua no será celebrada por los niños del bosque.”

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